Club de Analistas
Hace ya tiempo (se suele emplear estas palabras para expresar que no interesa acotar el transcurso según el almanaque, como cuando se dice del agua corrida bajo el puente y nadie calcula los litros), un grupo de analistas renunciamos a una institución que algunos habíamos fundado hacía ya tiempo (ídem el comentario anterior) 1 . Sin ganas de dar curso a una nueva institución, sacudiéndonos el peso de lo que no nos motivaba comenzamos a reunirnos informalmente hasta darnos cuenta de que esa informalidad era un descubrimiento: resultaba posible prescindir de estatutos, comisiones -directivas y de dirigidos- y tantas otras cosas, bastaba establecer un día –una noche-, una hora aproximada y con el sólo requisito del buen vino y algo de comida dejar que la conversación fluya en lo que de comienzo llamamos “peña del boludeo”; luego comprendimos que nos parecíamos a una suerte de club de analistas (al que de comienzo adosamos “círculo freudiano” y luego abandonamos por falta de uso) y alcanzamos un precario modo de nombrarnos sin pretensión de influir sobre alguien, también podríamos haber elegido club de anarquistas, pero la intención no era provocar a los poderes estatuidos.
Colegas con similar disposición fueron incluyéndose, otros dejaron de concurrir y el grupo creció y se achicó según su propia pulsación. No sé si nos sorprendimos de que la actividad siguiese manteniéndose al correr del tiempo (ídem el comentario del principio). A veces, la evolución de los temas que aparecieron habilitaron un convite a diversos pensadores, ya sea en nuestras reuniones semanales en la sede social –la casa de alguno- o formando parte de ciclos, coloquios y otras yerbas que realizamos en el Café Mahler y en el Cavern Club del Paseo La Plaza, en Un Gallo para Esculapio, en la Casa de España y en reductos de las calles Palometa y Penélope Norte de la ciudad de Pinamar; entre otros, nos visitaron Eduardo Pérez Peña, Guillermo Maci, Ricardo Forster, Fernando Ulloa, Silvio Maresca, Isidoro Vegh, Leandro Pinkler, Randolph Pope, Sergio Rodríguez, Jorge Baños Orellana.
Y poco más que decir al respecto, extenderse en consideraciones iría a contracorriente del espíritu que compartimos. Nos hemos propuesto subir a este espacio algunas discusiones que se producen en el club, si lo logramos –no es fácil hacer que el grabador tenga un lugar entre las botellas y las pizzas arrolladas o las empanadas- estarán a disposición de los interesados. Si no, no. Subimos la producción que logramos documentar, como Analizarse con Freud, un libro que resultó de esta modalidad de discurrir, a medias entre lo coloquial y la escritura en ciernes, dedicado a la experiencia de análisis con Freud de la poeta Hilda Doolittle. Y si algún concurrente al club quiere hacer saber de su producción también lo haremos constar.
C.P.
1: Formalmente fue una renuncia colectiva, pero se trató de bastante más: nos fuimos treintitantos miembros –casi la mitad de los integrantes-, incluyendo la Comisión Directiva en ejercicio hasta el momento. Recuerdo que poco después estuve con Nacho Lewkowicz y me dijo que había ido a la institución, invitado a dar una charla, lo recibieron unas señoras y cuando les preguntó por mí contestaron que no estaba. Era cierto. La institución quedó en manos de las señoras.